El gobierno
chino devaluó su moneda el martes 11 en un esfuerzo por favorecer sus
exportaciones y reactivar su economía, que en los últimos meses está mostrando
signos de desaceleración.
El yuan fue
devaluado de un valor de 6.1162 a 6.2298 por dólar, casi un 2%, a su nivel más
bajo en tres años.
En los
últimos años la moneda china se había estado apreciando frente al dólar, alcanzando
un máximo de 6.04898 a mitad de enero del año pasado, desde un nivel de 6.6972
yenes por dólar hace 5 años (valor del 13 de agosto del 2010)[1].
Fue desde enero del 2014 que empezó un poco a depreciarse, pero el Banco
Central chino (El Banco del Pueblo), lo mantenía en un nivel controlado
dejándolo fluctuar en un rango de 2% diario, aunque el Banco Central al final del
día decidía a que tasa se fijaba su moneda.
La movida
surge en momentos que se anuncian cifras que muestran una gran caída en las
exportaciones chinas, como la disminución de 8.3% en julio con respecto al año
anterior. También antes se había anunciado que las ventas por ejemplo de autos
en el mercado doméstico creció solo 1.4% en los primeros seis meses de este
año, frente a un crecimiento de 6.9% en igual periodo del año anterior[2].
Todo esto se
da en un contexto donde se produce una caída en la Bolsas de Valores chinas
desde mediados de junio, y que provoco una masiva intervención del gobierno
chino para evitar que siga cayendo y además intentar que la Bolsa se recupere,
y así amenguar la pérdida sufrida por millones de inversionistas chinos que
querían beneficiarse de la burbuja de los precios de las acciones que empezó
hace casi un año y medio.
En la
primera mitad de este año la economía china creció un 7%, según lo anuncio el
gobierno, aunque algunos dudan de esta cifra pues otros datos apuntan a un
debilitamiento de su economía en ese periodo (como la caída de sus
exportaciones e importaciones, menores ventas internas de varios productos,
desaceleración de la producción industrial, etc.).
Todo apunta
a que el gobierno chino en aras de mantener un crecimiento moderado que asegure
el mantenimiento del empleo y la estabilidad social utilizara otros medios,
como políticas de estímulo, para evitar que su economía se desacelere más. El
problema es que si bien es cierto el gobierno aún tiene dinero para eso, y su
banco central podría bajar aún más su tasa de interés (que ya lo hizo por
última vez el 28 junio pasado, la cuarta desde noviembre del año pasado) esto
tiene límites y la deuda del gobierno continua aumentando.
El otro
problema es que la reciente devaluación de la moneda china es un paso atrás
frente a los intentos del gobierno chino de permitir que las fuerzas del
mercado actúen mas, como se comprometió en noviembre del 2013 (aunque el
gobierno chino dice que la devaluación de casi 2% hecha a cabo responde en
verdad a las fuerzas del mercado). Esto ocurre justo en momentos en que China
intentaba que su moneda se incluya en la canasta de monedas que conforman los
derechos especiales de giro, la moneda de reserva del FMI. El FMI ha anunciado
que posterga cualquier decisión hasta setiembre del próximo año, y se teme que
la intervención en el mercado cambiario chino no abonaría en favor de la
inclusión del yuan en esa canasta.
Otra
consecuencia de la devaluación de la moneda china es que hará más competitiva
las exportaciones de ese país con lo que los productos chinos continuaran
inundando el mercado del mundo, representando una severa competencia para el
resto de países y presionando a la baja el precio de muchos productos.
Asimismo, los prospectos para los precios de las materias primas no son buenas
(pues las últimas medidas presagiaran una mayor desaceleración de la economía
china).