Carlos Aquino*
La Organización de Cooperación y Desarrollo
Económico (OECD) pronostico en setiembre que la economía de China crecería 1.8%
el 2020, siendo una de las pocas que lo harían este año, cuando la economía
mundial decrecerá -4.5%. China sería la única economía grande que crezca este
año, y recientes estimaciones indican que China podría crecer incluso hasta 2.2%
este año[1].
Lo anterior se debe a dos razones principalmente:
Primero, al haber sido China el país que controlo la pandemia del COVID-19 en
menor tiempo que el resto del mundo su economía estuvo paralizada menos tiempo,
y su actividad económica empezó a recuperarse antes que otros; y segundo, al
haber tenido un menor numero de infectados y fallecidos por la pandemia que
otras regiones en el mundo (por ejemplo Europa y América), su consumo interno,
la demanda interna, se está recuperando rápidamente.
El hecho de que China se haya
recuperado antes que otros y pueda crecer es una buena noticia no solo para
China, sino también para el resto del mundo. Esto, pues desde comienzos de este
siglo China es el mayor contribuyente al crecimiento de la economía global. Se
calcula que el gigante asiático ha contribuido con un 30% al crecimiento anual
de la economía mundial, convirtiéndose en el motor de esta.
China es el mayor mercado para más de
la mitad de los países del mundo, especialmente de los países en desarrollo
como el Perú. Es uno de los mayores inversores en el mundo en desarrollo,
especialmente en África, Asia, y también poco a poco para varios países en
Latinoamérica. Y en los últimos años su inversión se ha orientado desde
inicialmente los sectores extractivos, de recursos naturales, hacia sectores
como la industria, y los proyectos de infraestructura, esto último en
particular de gran urgencia en los países en desarrollo.
Pero la economía china tiene varios
desafíos por delante para continuar su crecimiento. Uno, son los desafíos
internos, y el otro son los del entorno externo. En el lado interno, China debe
continuar haciendo reformas para hacer su economía más competitiva, más abierta
a la competencia extranjera, permitiendo así también el acceso para sus
consumidores de productos más baratos de todas partes del mundo. El rol del
mercado interno también es cada vez mayor, y su creciente clase media se
convierte en el motor de su economía, reduciendo su dependencia en los mercados
externos.
El mayor reto es el entorno externo
cada vez más complicado que enfrenta, ejemplificado por el enfrentamiento que
tiene con EEUU, en un conflicto que empezó con un tema comercial, de imposición
de aranceles, pero que ha devenido en una competencia tecnológica. Se busca
restringir la participación de las empresas chinas en el mercado de EEUU, así
como en otros mercados, en la provisión de infraestructura de tecnología 5G. Pero
también se busca limitar la capacidad de las empresas chinas de producir
equipos al restringírseles el acceso a partes y componentes, como de determinados
circuitos integrados, donde aún dependen de la provisión de empresas o de tecnología
de EEUU.
Incluso se habla de que podría ser
sujeto de sanciones que buscan restringirle el acceso al sistema financiero
internacional dominado por el dólar. Por eso también China debe tomar pasos
para hacer del yuan una moneda más usada internacionalmente y ofrecer así una
alternativa al dominio del dólar. Para ello China debe abrir más su mercado de
capitales y ofrecer más activos financieros en yuanes a los extranjeros.
En todo caso, en un mundo donde prima
la incertidumbre y donde las voces que piden proteccionismo, o desconocen el
rol de los organismos internacionales como la Organización Mundial de Comercio
aumentan, se necesita también que China pueda abogar por un sistema abierto de
comercio e inversiones. En este sentido por ejemplo la constitución de la
Asociación Económica Integral Regional, RCEP por sus siglas en inglés, que
unirá a China con los 10 países del ASEAN (siglas en ingles de la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático) mas Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda,
será un gran paso hacia el proceso de integración económica en el Asia
Oriental. No solo China, Asia también es la región que más crece en el mundo y
es un motor de crecimiento.
El RCEP se constituirá en el grupo de
integración económica más grande del mundo por tamaño de su población, de su
economía, por el volumen de comercio, y por el monto de inversión extranjera
que reciben sus países y que realizan en el exterior. Y China ha sido uno de
los promotores de su formación.
En resumen, una economía china en
crecimiento es de vital importancia, no solo para el incremento del bienestar
de sus propios habitantes sino para el del resto del mundo. Pero el país deberá
lidiar con un entorno complicado, por los desafíos internos y externos
existentes, en un año difícil para la economía mundial, donde pocos países
crecerán, y se espera que China sea uno de ellos. China es desde hace varios
años la fábrica del mundo, pero ahora también es el mayor mercado de consumo
del mundo, y el mundo necesita que eso continúe así.
*Carlos Aquino es Coordinador del
Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.