lunes, 23 de mayo de 2022

Política exterior de China en la actualidad

 


                                                                                                                                Carlos Aquino*

China es un actor importante en la economía mundial y la política internacional. Es la segunda economía más grande del mundo y al final de esta década o principios de la siguiente se convertirá en la más grande del mundo. Ya es el principal destino de las exportaciones de bienes de más de 130 países, un inversor importante en muchos países en desarrollo, y el principal prestamista para muchos de ellos.

Bajo el liderazgo de Xi Jinping, la política exterior de China se ha vuelto más asertiva y con la política de Trump de confrontar a China (que en gran medida es seguido por Biden)[1], su competencia con EE. UU. se ve como inevitable.

En este artículo se da una revisión de la política exterior de China. En primer lugar, se analiza su política exterior antes de Xi Jinping; en segundo lugar, se revisa la actual política exterior de China; en tercer lugar, se ve la política exterior de China hacia América Latina; y, por último, se dan algunas conclusiones.

A. La política exterior de China antes de Xi Jinping

Cuando se creó la República Popular China en 1949, el país era pobre, y su prioridad era asegurar su independencia, y más tarde cuando rompió con la Unión Soviética, su objetivo fue luchar contra el hegemonismo, tanto de Estados Unidos y de la Unión Soviética.

A fines de 1969, China había establecido relaciones diplomáticas con más de 50 países, el doble de lo que tenía en 1955. Estableció 5 principios de convivencia pacífica que han guiado gran parte de su política exterior. Esto Incluye: “respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, no agresión mutua, no injerencia en los asuntos internos de cada uno, igualdad y beneficio mutuo, y coexistencia pacífica”[2],

En la década de los años 1970s cuando vio la oportunidad que le ofrecía Estados Unidos, China estableció relaciones con este país y con muchos otros de Occidente, para contrarrestar a la Unión Soviética. En octubre de 1971, China recupera su asiento en las Naciones Unidas y como miembro permanente del Consejo de Seguridad, conformado por cinco países.

También tuvo como piedra angular de su política exterior el mantenimiento de su integridad territorial (que tantos países como sea posible reconozcan que Taiwán es parte de China).

China en diciembre de 1978 decidió emprender reformas y abrir su economía para salir del atraso en el que se encontraba, sobre todo en comparación con países como Japón y Corea del Sur. Bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, China deja atrás su sistema de economía planificada para aprovechar el capital, el conocimiento y los mercados de Occidente.

Para asegurar su crecimiento, China buscó ampliar las relaciones con muchos países, considerando la provisión de recursos naturales, que no tiene en abundancia en comparación con sus necesidades. El crecimiento económico chino desde 1979 es espectacular. En 2010 se convirtió en la segunda economía más grande del mundo, superando a Japón.

Deng Xiaoping argumentó que la política exterior china debería caracterizarse por "ocultar fortalezas y esperar", "ocultar debilidades" y no "tomar una posición de liderazgo". Argumentó en que se debe mantener un perfil bajo (taoguang yanhui 韬光养晦) en los asuntos internacionales. La prioridad era el crecimiento económico y China no debe distraerse de este objetivo.

China buscó resolver sus problemas con sus vecinos para que esto no la distraiga de su objetivo de desarrollo económico. A fines de la década de 1980, China resolvió sus problemas con la Unión Soviética (que se convirtió en Rusia) y por ejemplo en 1992 estableció relaciones diplomáticas con Corea del Sur.

B. Política exterior de China en el presente

Se dice que la política exterior de China ha cambiado, desde la política de Deng Xiaoping de “ocultar sus capacidades, esperar su momento” a la política exterior asertiva de Xi. Xi Jinping asumió el poder en el 2012, cuando en octubre de ese año fue nominado secretario general del Partido Comunista Chino.

Pero las cosas empezaron a cambiar antes de que Xi se convirtiera en líder de China. A fines de la década de 2000, el resultado de la gran crisis financiera internacional de 2008-2009 comenzó a cambiar la forma en que China veía el mundo y su posición en él. La economía china siguió creciendo mientras muchos países, especialmente en Occidente, sufrían crisis económicas. Los chinos se sintieron más confiados en su sistema económico y político.

Además, el crecimiento económico chino comenzó a generar cierta aprehensión en el exterior, aunque China enfatizó que su ascenso será pacífico, que será una superpotencia responsable, que buscará democratizar las relaciones internacionales y que apoyará el multilateralismo.

De hecho, la presencia de China comenzó a sentirse en todo el mundo. A principios del siglo XXI se convirtió en el motor de la economía mundial y se hizo evidente su influencia en el movimiento del precio de las materias primas. Es en este escenario que asumió el poder Xi Jinping, el líder más poderoso que ha tenido China desde Mao Zedong (Xi fue elegido secretario general del Partido Comunista de China en noviembre de 2012 y presidente del país en marzo de 2013). En marzo de 2018, la Asamblea Popular Nacional eliminó los límites de mandato para el presidente y el vicepresidente, allanando así el camino para que Xi permanezca en el poder si así lo desea (y muchos piensan que sí lo desea).

China comenzó a fortalecer su presencia en el mundo, especialmente en su área inmediata, el este de Asia. Sus disputas con Japón, Vietnam, y su mayor presencia en el Mar de China Meridional son prueba de ello.

China quiere alcanzar un estatus de país desarrollado para 2049. Su objetivo es alcanzar el rejuvenecimiento de la nación y el sueño chino (propuesto en 2013: lograr una China fuerte, civilizada, armoniosa y hermosa). China quiere recuperar el lugar que tenía antes de su forzada apertura al mundo a mediados del siglo XIX. Durante la mayor parte de los últimos 2000 años, China fue la economía más grande y avanzada del mundo, incluso justo antes de su apertura forzosa con la Guerra del Opio de 1839-1840.

China quiere tener una mayor voz en los asuntos internacionales. Le gustaría aportar más fondos al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, pero EE. UU. no lo permitirá (ya que esto significará una mayor voz de China en esas organizaciones, con la correspondiente disminución de la influencia de EE. UU.).

En todo caso, China también está creando mecanismos para tener una mayor presencia financiera en el mundo, para aprovechar mejor sus enormes reservas internacionales, y (a través de instituciones como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, el Nuevo Banco de Desarrollo, el Fondo de la Ruta de la Seda), etc., participar en la financiación del desarrollo y la infraestructura de los países en desarrollo.

Tiene planes para mejorar su estructura industrial y hacerla menos dependiente de la tecnología extranjera, con Made in China 2025 (anunciado en 2015), y con su Iniciativa de la Franja y la Ruta, IFR (anunciada en 2013, y que tiene cinco áreas prioritarias de cooperación: coordinación de políticas, conectividad de infraestructura, facilitación del comercio, cooperación financiera, y de intercambio pueblo a pueblo) busca aumentar su influencia en el mundo.

China quiere consolidarse como el campeón del multilateralismo (frente al unilateralismo de Trump, algo que la nueva administración de Biden está revirtiendo). China se erige como el abanderado de la globalización, ya que ha sido el mayor beneficiario de esta. Tiene una propuesta de ganar-ganar, de cooperación Sur-Sur, y sigue presentándose como el hermano mayor de los países en desarrollo.

El ascenso de Trump presentó un desafío para China. Trump se ha ido pero las grandes directrices de su política exterior seguirán, con la diferencia de que para enfrentarse a China la administración Biden ha dicho que trabajará con sus aliados y países afines.

De hecho, China presenta un gran desafío a la hegemonía estadounidense, el único verdadero hasta ahora. La Unión Soviética fue considerada un retador, pero no pudo ganar esa competencia. Incluso si en términos militares logró cierta paridad con EE. UU., en términos económicos, nunca fue un competidor. En algún momento de la década de 1980, incluso Japón fue considerado por algunas personas como un retador de EE. UU. en términos económicos, pero con el estallido de su burbuja económica a principios de la década de 1990, ese no fue el caso. A Japón le faltaban dos cosas para haber desafiado a EE. UU.: carece grandemente de recursos naturales y fuerza militar (siendo dependiente de los EE. UU. para su seguridad).

China es diferente. Se convertirá en la economía más grande, entre otras razones gracias a su enorme mercado interno, y su fuerza militar va aumentando con el tiempo. Pero todavía está por detrás de EE. UU. en algunas tecnologías avanzadas como semiconductores, IA, nanotecnología, etc.

Con la administración de Biden, EE. UU. se está preparando para mantenerse a la vanguardia en los sectores en los que aún tiene ventaja respecto a China, y esto asegurará que la competencia entre ellos persistirá. La pregunta para algunos es si esta competencia se intensificará y se convertirá en militar. Algunos ven a China y EE. UU. cayendo en la llamada Trampa de Tucídides, donde el hegemon lucha por preservar su posición frente a una potencia emergente (como fue el caso de Esparta contra Grecia).

EE. UU. con Biden está poniendo más atención a Asia, y quiere especialmente reforzar la presencia de EE. UU. en la economía de la región del Indo Pacifico, y por eso ha impulsado la creación del Marco Económico del Indo Pacifico, o IPEF por sus iniciales en inglés. El IPEF se creó el 23 de mayo último durante la vista de Biden a Japón e incluye a 13 países: Australia, Brunéi, Corea del Sur, EE. UU., Filipinas, India, Indonesia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia, y Vietnam. Busca “incrementar la cooperación de EE. UU. y sus socios en Asia en cuatro pilares: resiliencia de la cadena de suministro, energía limpia y descarbonización, impuestos y anticorrupción, y comercio”[3]. No es un acuerdo de libre comercio pues no busca bajar los aranceles entre sus miembros. Lo que busca es que EE. UU. y los países de la región dependan menos de China en la provisión de algunos componentes claves en ciertas industrias. Por ejemplo, en el caso de Corea del Sur, según un reporte, de los 12,586 ítems que el país importo en los tres primeros trimestres del año pasado, 3,941 de ellos tenían un mínimo de 80% de dependencia de un solo país. De ellos, unos 1,850 ítems, o casi la mitad, tenían por lo menos un 80% de dependencia de China[4].

Aparte de lo anterior, con la formación del Quad[5], del AUKUS en Asia, China ve en estos grupos un intento de contenerlo y evitar que recupere el sitial que tuvo en Asia antes de que fuera abierto a la fuerza en la guerra del Opio de 1839-40, y empezara lo que llama “los 100 años de humillación” que sufrió a manos de los extranjeros.

En todo caso la influencia de China ya es mayor en algunos lugares, como en África, y se está volviendo más grande en el este de Asia y América Latina. Centrémonos en la región de América Latina.

C. Política exterior de China en América Latina

La presencia de China en América Latina es cada vez mayor. Sin considerar a México, que tiene una fuerte relación con EE. UU., China ya es el mayor socio económico de la región, uno de los principales inversionistas, y el principal prestamista para varios de ellos.

La República Popular China comenzó a establecer relaciones diplomáticas con la mayoría de los países de América Latina en la década de 1970 tras recuperar su asiento en las Naciones Unidas. Pero las relaciones económicas aún eran débiles y comenzaron a aumentar después de la década de 1990.

Al principio, China ponía énfasis en que los países latinoamericanos cambiaran el reconocimiento diplomático que tenían con Taiwán. De los 14 países del mundo que aun reconocen a Taiwán, varios de ellos, 8 (y los más grandes), están en América Latina, como Paraguay y Honduras[6].

Las relaciones económicas entre China y América Latina comenzaron a incrementarse a partir de la década de 1990, gracias al creciente apetito de China por los recursos naturales de la región. Especialmente en América del Sur, los países tienen mucho cobre (Chile y Perú), hierro (Perú, Brasil), petróleo (Ecuador, Colombia, Venezuela), soja (Argentina, Bolivia, Brasil), etc. Además, los productos manufacturados baratos de China son bastante demandados en la región.

La región se benefició especialmente del aumento en el precio de muchos bienes primarios ocurrido entre 2002-2003 al 2011-2012 (y otra vez los precios están en alza desde el 2021). La fuerte demanda de China por esos bienes fue la razón principal. De esta manera China se convierte en el mayor mercado de exportación de varios de ellos, comenzando por Perú y Chile, donde más de la mitad de su cobre (el principal producto exportado por esos países) va a China.

Asimismo, a partir de la década de 1990 y especialmente a partir de la década de 2000, China comenzó a invertir en la extracción de recursos naturales, especialmente hierro, cobre, y petróleo.

Pero China también se volvió importante para países como Venezuela, Ecuador y Argentina, que luego de perder el acceso a los mercados de capitales internacionales, comenzaron a recibir préstamos de China.

China se convierte así en el principal destino de exportación de muchos países latinoamericanos, uno de sus principales inversores y, para varios de ellos, su principal y único prestamista. Además, hasta ahora, 21 países de la región se han unido a la iniciativa China de la Franja y la Ruta, el ultimo Argentina en febrero de este año 2022[7].

China ha intentado trabajar con los países latinoamericanos a través del foro China-CELAC, pero no ha sido fácil. El primer foro de China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC) fue en 2015 en Beijing, pero la región no tiene una voz común frente a China. Por eso, la mayor parte de las relaciones entre China y la región se realizan de forma bilateral.

Dada la estructura económica de la región, dependiente de la exportación de bienes primarios, su dependencia económica en China aumentara. Además, a medida que China invierte más en proyectos de infraestructura y la región necesita mucho este tipo de inversión, la participación de China en este aspecto aumentará también, ayudado por la IFR, al que se han unido la mayoría de los países.

La pandemia de COVID-19 en cierto sentido acerco a China a la región, ya que muchos de ellos dependieron de las vacunas chinas al comienzo, cuando otras vacunas como Pfizer, eran acaparadas por EE. UU. y Europa Occidental. Las vacunas chinas de Sinopharm y Sinovac se convirtieron en las principales para algunos países, como Perú y Chile, aunque desde mediados del año 2021 ya las vacunas Pfizer y de otros laboratorios se hicieron disponible, y la oferta aumento para los países latinoamericanos.

La creciente presencia de China en América Latina levanta sospechas en los EE. UU. ya que la región es considerada su patio trasero. Un área de posible conflicto será cuando los países de la región adopten la tecnología 5G. Estados Unidos ha presionado a otros países, como Reino Unido y Australia, para que excluyan a empresas chinas como Huawei de participar en la red 5G nacional. Ecuador bajo el gobierno de Lenin obtuvo un financiamiento de los Estados Unidos para prepagar un préstamo chino con la condición de que excluyera la tecnología china en este campo[8].

EE. UU. también con su iniciativa “América Crece” y Build Back Better” trata de ofrecer una alternativa de financiamiento a Latinoamérica ante la propuesta china de la IFR[9].

D. Conclusiones

La política exterior de China se ha vuelto más asertiva bajo Xi Jinping. Esto se ha vuelto así por varias razones:

-          Primero, China es más confidente ahora pues pudo sortear mejor que cualquier país la crisis financiera internacional del 2008-2009 y la pandemia del 2020-2021 (aunque enfrenta algunos problemas respecto a la pandemia ahora por su política de Zero Covid).

-          Segundo, desde el 2010 es la segunda economía más grande del mundo, y es ahora el mayor socio comercial de más de la mitad de los países del mundo, el mayor prestamista en muchos de ellos, y un creciente inversor. Su influencia en el mundo es mayor ahora.

-          Tercero, Xi Jinping, que este octubre durante el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino conseguiría un mandato adicional de 5 años, se ha propuesto se dice lograr la reunificación nacional trayendo a Taiwán de vuelta. Como esto no se lograría por fines pacíficos, pues en Taiwán la mayoría al parecer no quiere la reunificación, la única forma seria la militar y esto ha creado tensiones en la región.

-          La política asertiva del país en Mar del Sur de China, de cuya extensión gran parte reclama como suya, ha creado fricciones con sus vecinos de la región.

-          La presente invasión rusa a Ucrania ha hecho que países como EE. UU., pero también Japón traten de fortalecer su alianza para enfrentar las nuevas amenazas en el escenario mundial y regional, y ven a China como una de esas nuevas amenazas. La reciente declaración de Biden en Japón, que dijo que EE. UU. defendería a Taiwán ante un ataque chino[10], sin duda agudizara las tensiones y la política más asertiva de China.

-          Por último, el nacionalismo chino, dirigido por su gobierno, refuerza lo asertivo de la política exterior del país.              

                                                                                                     Lunes 23 de mayo del 2022

*Carlos Aquino es director de Centro de Estudios Asiáticos, CEAS, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos



[1] Ver “Interim National Strategic Guidance”, de marzo del 2021  https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2021/03/NSC-1v2.pdf

[3]Ver Nikkei Asia: “Indo-Pacific framework to begin with 13 nations, including India”   https://asia.nikkei.com/Politics/International-relations/Biden-s-Asia-policy/Indo-Pacific-framework-to-begin-with-13-nations-including-India

 

[4] Ver Korea Times: “Can Indo-Pacific Economic Framework help South Korea reduce reliance on China?”   https://www.koreatimes.co.kr/www/biz/2022/05/488_329553.html

[5] El Quad, o Dialogo de Seguridad Cuadrilateral, grupo que reúne a Australia, EE. UU., India, Japón, se acaba de reunir en Tokio durante la vista de Biden a Japón. Ver “Quad leaders vow free and open Indo-Pacific action on climate”https://www.usnews.com/news/top-news/articles/2022-05-23/biden-looks-to-stress-commonalities-with-india-in-talks-u-s-official

[6] Nicaragua reconoció a China y dejo de lado a Taiwán en diciembre del 2021. Ver “China vs. Taiwán: qué países de América Latina y el Caribe reconocen a Taipéi”

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59608726

 

[7] Ver “The Belt and Road Initiative in Latin America: How China Makes Friends and What This Means for the Region”   https://blogs.eui.eu/latin-american-working-group/the-belt-and-road-initiative-in-latin-america-how-china-makes-friends-and-what-this-means-for-the-region/

[9] Ver “La creciente relación de América Latina con China, hacia dónde se dirige y cómo afectará a la región: - ¿Qué significa la creciente presencia de China en la región para los negocios internacionales? –“   https://asiapacifico-carlosaquino.blogspot.com/2021/12/la-creciente-relacion-de-america-latina.html y también “Belt and Road Meets Build Back Better”  https://foreignpolicy.com/2021/10/04/belt-and-road-initiative-bri-build-back-better-us-china-competition-west/

 

domingo, 22 de mayo de 2022

Presencia de China en América Latina y el Caribe

 https://www.slideshare.net/carlosalbertoaquinorodriguez/presencia-de-china-en-america-latina-y-el-caribepptx?fbclid=IwAR0OOSv1dmgHKdniT1MYibqsSHQMPd4M5jx5yVTQxP7ZnAsI3O-lbdqgOWA


martes, 3 de mayo de 2022

Sobre la crisis política en el Perú: ¿Un callejón sin salida?

 


El Perú enfrenta un escenario político complicado, donde cada día parecen haber sorpresas. La oposición ha intentado dos veces ya vacar al presidente de la República Pedro Castillo, en el gobierno desde julio del 2021, y por su parte el gobierno, de boca de algunos de sus voceros, ha amenazado con disolver el Congreso. Lo ultimo ahora es la insistencia de parte del gobierno de llamar a un referéndum para que se elija una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución de la Republica de 1993, que la oposición ve como una medida para permitir perpetuarse en el poder, como lo hizo Hugo Chávez y Nicolas Maduro.

La inestabilidad política no es nueva. En los últimos 4 años el Perú ha tenido 5 presidentes. En marzo del 2018 renuncio Pedro Pablo Kuczynski (que había asumido el gobierno en julio del 2016), antes de que sea sometido a un proceso de vacancia por el Congreso, y días después de haberse salvado de un primer proceso de vacancia. Fue remplazado por su vicepresidente Martin Vizcarra, quien disolvió el Congreso en setiembre de 2019, eligiéndose uno nuevo en enero del 2020. Este nuevo Congreso vaco a Vizcarra el 9 de noviembre de 2020, en un segundo intento. En su remplazo el Congreso nombro al que era presidente de esta institución, Manuel Merino el 10 de noviembre, pero este tuvo que renunciar el 15 de ese mes ante la oposición popular, nombrándose a otro congresista, Francisco Sagasti, que estuvo en el poder hasta julio del 2021 en que asumió el gobierno Pedro Castillo.

La elección que gano Castillo, en segunda vuelta, fue bastante controversial, pues se impuso ajustadamente, y ante acusaciones de fraude de la candidata perdedora, Keiko Fujimori. Castillo, un profesor de un colegio primario en una provincia del norte del Perú y sin ninguna experiencia en un cargo público, fue elegido candidato de un partido político que nunca había participado en una elección presidencial. Ese partido, Perú Libre, es liderado por un médico, Vladimir Cerrón, que fue gobernador regional y ha sido condenado por corrupción por sus acciones cuando fue gobernador de una región en el centro del Perú. Este partido propugna ideas socialistas, y Cerrón, con la cúpula del partido, es admirador de los regímenes de Cuba y Venezuela.

El problema principal, y que explica la inestabilidad política, es la precariedad del sistema de partidos políticos en el Perú. En las elecciones de abril del 2021, en que Castillo fue elegido en primer lugar para disputar después una segunda vuelta, varios de los partidos que más obtuvieron votos nunca habían participado en una elección presidencial. En el Congreso unicameral de 130 representantes, el que saco mayor votación fue Perú Libre, que coloco solo 37 congresistas, seguido de Fuerza Popular de Keiko Fujimori, con 24 congresistas, luego viene Acción Popular, el partido más antiguo en el Congreso, con casi 60 años de fundado, que coloco 16 congresistas, luego esta Alianza para el Progreso, partido que desde hace 16 años participa en elecciones generales y que coloco 15 congresistas, después está el partido Avanza País, que participo en una elección general el 2006, pero perdió su inscripción al obtener pocos votos, y el 2021 participo otra vez y puso 10 congresistas, y el partido Renovación Popular, partido nuevo que obtuvo 9 escaños.

En total obtuvieron escaños en el Congreso 10 partidos, lo que habla también de la atomización de las fuerzas políticas. Aparte de Perú Libre, Avanza País y Renovación Popular, partidos nuevos con representación en el Congreso, están también otros dos partidos políticos que recién participaron en una elección presidencial el 2021, el partido Podemos Perú, que obtuvo 5 escaños, y el Partido Morado, con solo 3 escaños. Es interesante ver que de los últimos 6 presidentes que gobernaron el Perú hasta la elección de Pedro Pablo Kuczynski en el 2016, como Alberto Fujimori, Valentín Paniagua, Alejandro Toledo, Alan García, y Ollanta Humala, y el mismo Kuczynski, los partidos de Toledo, García, Humala, y Kuczynski prácticamente desaparecieron del escenario político en las elecciones del 2021 por el poco apoyo popular obtenido (elecciones en que el partido de Toledo y de García no participaron)[1].

Los partidos son frágiles y se dividen fácilmente, con congresistas que tienen poca lealtad al grupo político al que fueron elegidos. De hecho, a menos de un año del Congreso en funciones desde el 2021, ya el partido de gobierno perdió 3 congresistas que se fueron a formar otra bancada (aunque generalmente votan en el mismo sentido que el partido de gobierno), y también algunos congresistas de otros partidos han formado grupo aparte[2]. En general muchos congresistas postulan por un partido solo con la intención de llegar al poder y pueden en la siguiente elección cambiar de partido. Y a varios partidos políticos se les considera “vientres de alquiler”[3], pues se prestan para que un candidato a la Presidencia postule, y en la siguiente elección puede ser otro candidato que postule, incluso de posiciones ideológicas opuestas. El caso más puntual es del partido Avanza País, que postulo en las elecciones del 2021 a Hernando de Soto, un candidato conservador, cuando el 2006 postulo a la Presidencia a Ulises Humala, un candidato radical de izquierda.    

El otro problema y causa de la inestabilidad política es la corrupción. La clase política en el Perú está muy desprestigiada. Todos los presidentes, desde Alberto Fujimori, hasta el actual Pedro Castillo (con la excepción de Paniagua y Sagasti que gobernaron brevemente remplazando a presidentes vacados) tienen serias acusaciones de corrupción y varios de ellos están condenados o enjuiciados. Fujimori fue condenado a la cárcel, Toledo está preso en EE. UU. y en proceso de extradición al Perú, García se suicidó antes de ser enjuiciado, Ollanta estuvo preso y está en proceso judicial, Kuczynski estuvo en prisión domiciliaria, y Vizcarra está en un proceso judicial. Castillo tiene serias acusaciones de corrupción, con sus sobrinos cercanos a él, que frecuentaban Palacio de Gobierno, acusados de encabezar una red de corrupción. Ellos están prófugos de la justicia, y también varios dirigentes del partido gobernante están acusados de corrupción.

Y la corrupción es generalizada. Tanto el gobierno como la oposición están desacreditados. Por ejemplo, de los 25 gobernadores regionales, que representan a diversos partidos políticos, 22 están investigados por corrupción y algunos presos o prófugos de la justicia[4].  

La situación política inestable tiene visos de continuar y no hay solución a la vista. Dado el abierto enfrentamiento de la mayoría del Congreso con el gobierno, y dado que el Congreso no puede vacar al presidente pues la oposición no reúne los 87 votos necesarios pare ello, se plantea por algunos como una salida al impasse político unas nuevas elecciones generales. Pero el gobierno no lo va a convocar pues el partido de Castillo quiere quedarse en el poder, mas ahora cuando hay serias acusaciones de corrupción en su contra.  Y tampoco en el Congreso se reúnen los votos necesarios para ello pues muchos congresistas no quieren acortar su mandato. Y aunque haya elecciones generales nada asegura que el nuevo Congreso y presidente elegido sean mejor que el actual, y es probable que la atomización del sistema político continue.                               

 

                                                                                                            Lunes 2 de mayo del 2022