https://www.slideshare.net/carlosalbertoaquinorodriguez/la-cooperacion-dechinayamericalatina
jueves, 19 de septiembre de 2019
Inmigración china y japonesa en el Perú: Diferencias y similitudes
Carlos Aquino*
Este año 2019 se
celebran 170 años del comienzo de la inmigración china al Perú y también 120
años del comienzo de la inmigración japonesa. Como resultado de esto el Perú
tiene la mayor comunidad china en Latinoamérica y la segunda mayor japonesa en
la región (después de Brasil).
Ambas migraciones se
dieron para suplir principalmente la escasez de mano de obra que se daba en el
Perú para trabajar en las haciendas costeras, pero también en otras
actividades, pues desde comienzos del siglo XIX termina en el mundo el comercio
de esclavos y también porque a mediados de ese siglo se decreta la manumisión
de esclavos en el Perú.
Pero entre las inmigraciones
de chinos y japoneses al Perú hubo importantes diferencias que tienen que ver
con la forma como vinieron, cuantos vinieron, quienes vinieron, donde trabajaron,
como se organizaron al venir al Perú, etc.
El presente artículo
tratara de ver esas diferencias que han hecho que la comunidad china y japonesa
en el Perú tengan rasgos particulares. Hay que aclarar que se va a tratar de
los inmigrantes chinos y japoneses que llegaron hasta antes de la Segunda
Guerra Mundial, que fue hasta cuando llegaron la mayoría de los inmigrantes
japoneses, aunque después de la Segunda Guerra Mundial han llegado un número de
inmigrantes de origen chino.
Si bien es cierto hay
muchos investigadores que han tratado el tema de la inmigración china y
japonesa en el Perú, alguien que haya tratado de ver las diferencias y
similitudes entre esas inmigraciones prácticamente no ha habido. Es conocido el
trabajo por ejemplo de Humberto Rodríguez Pastor e Isabelle Lausent-Herrera en
el tema de la inmigración china al Perú, o de Amelia Morimoto en el caso de la
inmigración japonesa, por mencionar solo los investigadores nacionales o los que
han pasado mucho tiempo investigando en el Perú, pero no han escrito comparando
ambos temas, aunque Isabelle Lausent-Herrera ha escrito también algo sobre
algunos aspectos de la inmigración japonesa y sus descendientes. Por eso, este
trabajo que se presenta comparando las diferencias y similitudes entre ambas
inmigraciones pretende ser un aporte en este tema poco explorado.
En el presente artículo
se verá primero, las causas de la inmigración china y japonesa; segundo, como,
quienes, y cuantos vinieron al Perú; tercero, donde trabajaron; cuarto, como se
organizaron en el Perú; quinto, la situación de los descendientes de los
inmigrantes en la actualidad; y, por último, se darán unas conclusiones.
1. Causas
de la inmigración china y japonesa
La inmigración china al
Perú empieza en 1849, constituyéndose en la inmigración de trabajadores de ese
país más antigua en Sudamérica (en 1848 habían empezado a llegar chinos a
Cuba). La escasez de mano de obra en las haciendas peruanas hizo que los
hacendados buscaran suplirla con trabajo extranjero[1].
Se intentó traerla de varios lugares. En la década de 1840 vinieron se dice
como 50 mil de las islas Polinesia, pero al final de la década la mayoría
habían fallecido por las enfermedades contraídas en la costa peruana al cual no
estaban acostumbrados (malaria, tifus, etc.)[2].
En China justamente
por esa época el país había sido abierto en forma violenta al extranjero[3]. Esto
sucedió tras un largo proceso donde el Imperio chino de entonces había adoptado
desde comienzos del siglo XVII con la nueva dinastía Qing una política de
restricción del comercio con el extranjero, donde solo aceptaba de estos el
pago en plata por los productos chinos como la seda, porcelana, y especialmente
desde fines del siglo XVIII por el té, que tenía gran demanda por parte del
Imperio británico de entonces. Ante el creciente déficit que este tenía con
China, empezó a introducir opio desde sus dominios en Afganistán, y ante la
creciente adicción que la población china empezó a tener por este producto, el
Imperio Qing prohibió su venta. Pese a ello, los británicos lo seguían
introduciendo de contrabando, y en 1839 se ordena confiscar la carga de opio
que se iba a ingresar a China.
El gobernador chino
de la región de Cantón, que era el lugar donde los barcos introducían el opio, ordeno
la quema de la carga, ante lo cual el Imperio británico declaro la guerra a China,
en las llamadas “Guerras del Opio”. China es derrotada ampliamente y obligada a
abrir varios puertos al extranjero, y es impuesto Tratados desiguales (llamados
así pues se le impuso a China condiciones onerosas, como el ceder la isla de Hong-Kong
a los ingleses, el principio de extraterritorialidad para los ciudadanos
extranjeros, los productos extranjeros tenían bajo o cero aranceles, se
legaliza el comercio del opio, etc.), y empieza lo que los chinos llaman “100
años de humillación a manos de los extranjeros”, que duro hasta la fundación de
la República Popular China en 1949.
En todo caso, desde
la apertura de puertos y el comercio al extranjero, y la legalización de la
venta del opio, se acelera un periodo de decadencia económica y social para
China y una mayor pobreza entre los campesinos, y muchos comienzan a emigrar al
extranjero. Es en este contexto que desde 1849 comienza la inmigración de
chinos al Perú.
En el caso de Japón,
este país también instauro una política de restricción, más amplia (de aislamiento
nacional), al comercio y al trato con extranjeros desde la segunda década del
siglo XVII hasta la apertura al mundo y el comienzo de su modernización con la
Restauración Meiji en el año 1868. Empezado este proceso, el nuevo gobierno
aumento los impuestos al campesinado, lo que llevo a muchos a la pobreza y al deseo
de salir al extranjero, empezando así un proceso de emigración de japoneses al
exterior.
2. Como,
quienes, y cuantos vinieron al Perú
La forma como llegaron
los inmigrantes chinos y japoneses al Perú fue bastante distinta. En el caso de
los chinos, empresarios peruanos habían contratado agentes para que
consiguieran trabajadores y a través de Macao eran embarcados al puerto del
Callao. Pero muchos de estos trabajadores se dicen eran traídos a engaños y se
les hacían firmar documentos que la inmensa mayoría no podían leer pues eran
analfabetos. Se dice, por ejemplo, que algunos de los que fueron llevados al Perú
eran los rebeldes tomados prisioneros de la Rebelión de Taiping y que
terminaron siendo vendidos a agentes extranjeros.
Esa rebelión azoto China
de 1850 a 1864, cuando un grupo de principalmente campesinos encabezados por
Hong Xiuquan, que se declaró hermano de Cristo, intento derrocar a la dinastía
Qing, de origen Manchú. Más de 20 millones de personas murieron en ese
conflicto que tuvo lugar especialmente en gran parte del Sur de China[4].
No solo eso, la forma
como eran trasladados al Perú era terrible, pues viajaban hacinados en barcos,
donde durante el viaje, que podía demorar más de tres, eran mantenidos en
pequeños espacios y recibían una alimentación bastante deficiente, de tal forma
que la mortandad en esos viajes podía llegar al 20% o más de la carga humana.
Esto ocasiono problemas como amotinamientos y un famoso incidente que llego
prácticamente a terminar la inmigración masiva de chinos a Perú.
El llamado incidente
del barco “María Luz” ocurrió en julio de 1872 cuando este barco peruano que
traía 225 culíes (que así se llamaba a los trabajadores chinos que salían a
trabajar al exterior) tuvo que hacer una parada en Yokohama, puerto cerca a
Tokio, en Japón. Estando en ese puerto un culi se escapó del barco arrojándose
al mar, siendo rescatado por la tripulación de un barco de guerra del Reino
Unido. En ese momento Japón también estaba siendo abierto a la fuerza por los
extranjeros (como en China, aunque evito que le hagan una guerra aceptando abrir
sus puertos y su comercio al mundo). El culi rescatado fue llevado ante las autoridades
japonesas, donde se quejó de los maltratos que pasaban en el barco peruano, y estas
amonestaron al capitán del barco peruano pidiéndole que trate bien a los
culíes. Un segundo culi llego a escaparse y se supo que el primer culi que
retorno al barco fue brutalmente castigado, lo que hizo que el Cónsul británico
aborde el barco peruano y al comprobar las penosas condiciones de los viajeros pidió
al Ministro de Relaciones Exteriores japonés que tome acciones frente a ello.
Después de mucha
discusión, complicado por el hecho de que Japón y el Perú no tenían relaciones
diplomáticas, se ordenó al capitán del barco peruano que libere la carga humana
y estos fueron embarcados de vuelta a China. Fue entonces que el Imperio Qing
suspendió el envió de trabajadores chinos al Perú, terminando así de forma
efectiva la masiva inmigración de chinos al Perú.
Como consecuencia del
problema generado por el incidente del “María Luz” el Perú negocio el
establecimiento de un acuerdo diplomático con Japón, que se logró en agosto de
1873, y otro con China, que se firmó en 1874[5].
Habría que anotar que
el Perú demando a Japón que pague una indemnización por la pérdida ocasionada
al liberar a los culíes, a lo que el gobierno japonés respondió pidiendo el
arbitraje de una tercera parte, en este caso el Zar de Rusia, que en 1875 dio
su fallo dándole la razón a Japón.
La mayoría de los
chinos que vinieron al Perú eran hombres, campesinos pobres y analfabetos,
muchos engañados, que en el Perú eran dejados a su suerte y sometidos a
maltratos. Como a muchos no se les había escrito bien su nombre, al llegar a
las haciendas estos eran cambiados, modificados a veces por disposición del
hacendado, e incluso varios tomaron el nombre de los hacendados[6].
Los chinos venían
principalmente del Sur de China, especialmente de la región de Cantón, y
hablaban el dialecto de esa región. Se calcula que el número de los que
llegaron al Perú entre 1849 a 1872, donde vino la gran mayoría de ellos, sería
de alrededor de 90 a 100 mil.
El Estado peruano promovió
la llegada de esos trabajadores chinos. Así, en noviembre de 1849 se dio una
ley, que se comenzó a llamar “la ley China”, por lo que el gobierno, con el fin
de fomentar la inmigración extranjera y proteger a los empresarios llamados
“introductores de colonos”, les otorgaría una prima de 30 pesos por cada colono
internado[7].
El primer barco que
trajo culíes al Perú fue el Frederick Wilhem, que llego al Callao el 15 de
octubre de 1849 trayendo 75 de ellos.
Los chinos vinieron
en contratos de 5 a 8 años, pero prácticamente esos contratos no se cumplían y
trabajaban en condiciones de semi-esclavitud por eso muchos trataron de
escaparse.
En el caso de los que
vinieron de Japón al Perú, esto se hizo de una forma distinta. Se dice que en Japón
el Estado implemento una política para enviar gente al exterior, ante el súbito
incremento de la población y el empobrecimiento de los campesinos causado por
los altos impuestos, necesarios para generar ingresos que el Estado requería
para la modernización del país. Para ello se crearon compañías que organizaban
esa inmigración y donde el Estado incluso subsidiaba parte del pasaje. Una de
las compañías pioneras en el traslado de japoneses al Perú fue la “Morioka Shokai”,
que tenía como agente a Teikichi Tanaka. Este personaje es muy interesante pues
era amigo de Agustín Leguía (quien llego a ser mas tarde Presidente del Perú),
a quien conoció en EEUU, y quien, como representante de la compañía británica “British
Sugar Company Limited” y de los hacendados azucareros peruanos, estaba interesado
en traer extranjeros para que trabajen en las haciendas costeras. Así el 3 de abril
de 1899 empieza la inmigración japonesa al Perú con el arribo del primer barco,
el “Sakura Maru” llegando al Callao con 790 de ellos.
La mayoría de estos
trabajadores eran hombres de entre 20 a 40 años, que venían de forma
voluntaria, en un contrato de 4 años. Este contrato les prometía un pago de 25
yenes al mes, comparado con un sueldo de la mitad de ese monto que podían ganar
trabajando un año en el campo en Japón[8]. No
solo venían con contrato, sino que tenían la posibilidad de tener asistencia
consular de su país, y de la compañía que los trajo, algo que estaba totalmente
ausente en el caso de los culíes que llegaron al Perú antes que ellos.
Los japoneses que
emigraron al Perú eran al comienzo hombres, pero después trajeron a sus
mujeres. Se calcula que el 70% de los que vinieron eran de la región de
Okinawa, una isla muy al sur del archipiélago japonés, y una de las más pobres.
El resto usualmente eran del sur de Honshu, la isla mayor en el archipiélago de
Japón. Por ejemplo, en el primer barco que trajo a estos inmigrantes, el Sakura
maru, de los 790 unos 372 eran de la provincia de Niigata, 187 de Yamaguchi,
176 de Hiroshima, 50 de Okayama, 4 de Tokio, y 3 de Ibaraki. La inmigración de
personas de Okinawa empezó años después, desde 1906.
De “1899 hasta 1923 llegaron al Perú 102 grupos más de
inmigrantes, traídos por distintas compañías contratistas con contratos por
cuatro años. A partir de 1923 los japoneses comenzaron a ingresar al país en
condición de inmigrantes libres”[9]. Se calcula que, de 1899 hasta fines de la década de 1920,
llegaron la mayoría de los inmigrantes japoneses. Después casi ya no llegaron
pues el gobierno peruano empezó a poner restricciones a su venida ante el clima
de hostilidad que generaba su presencia, especialmente en Lima, y ante la
campaña de algunos medios de comunicación contra ellos. Según cifras del
gobierno japonés hasta 1941 habrían llegado al Perú unos 33,070 de sus
ciudadanos[10].
3. Donde
trabajaron
La mayoría de los chinos
que vinieron al Perú trabajaron en las haciendas costeras, pero también algunos
trabajaron en la extracción del guano de las islas y en la construcción del
ferrocarril transandino. Eran trabajos realmente extenuantes donde eran
tratados muy mal, además algunos murieron de las muchas enfermedades típicas de
la costa peruana en esa época, como malaria, tifus; y en la construcción del
ferrocarril transandino algunos murieron también de la enfermedad de la verruga.
Especialmente era
tratados muy mal en las haciendas, donde incluso a algunos se les encadenaba pues
tendían a fugarse ante los malos tratos. Tanto fue este maltrato, que durante
la guerra con Chile, cuando el ejército de ese país ocupo las haciendas y libero
a los culíes, algunos cientos de ellos se unieron a ese ejército y formaron
incluso un batallón propio llamado Vulcano[11].
En el caso de los
japoneses también la mayoría trabajo en las haciendas costeras del algodón y
azúcar, aunque principalmente en Lima y Cañete, pero a diferencia de los
chinos, muchos de ellos al terminar su contrato después se mudaban a las
ciudades, la mayoría a Lima, donde establecían sus propios negocios.
También los japoneses
sufrieron penurias y fueron víctimas de enfermedades en sus primeros años en el
Perú, como se ve en el hecho de que de los primeros 790 que llegaron en el
Sakura Maru, al termino de los 4 años de contrato 162 habían muerto, 50 se
escaparon, 54 terminaron el contrato de mutuo acuerdo antes de los 4 años, uno se
fue a Bolivia y 136 regresaron a Japón.
En todo caso los que
terminaron su contrato y se fueron a Lima llegaron a tener mucho éxito en
determinados negocios como peluquerías, florerías, lo que llego a despertar recelo
en los peruanos que ejercían esos negocios y perdían ante la competencia debido
al duro trabajo de ellos, por lo que se generó un sentimiento anti japonés que
se tradujo en leyes para poner límites al ingreso de estos al país. Por ejemplo,
entre 1904 y 1924 en Lima el número de establecimientos de peluquería
registrados por japoneses se incrementó de 1 a 130 mientras que el de no
japoneses disminuyo de 70 a 46.
Frente a ello el
gobierno empezó a poner algunas restricciones a los negocios y a la inmigración
japonesa. Por ejemplo, en 1932 se dio una ley que requería que al menos el 80%
de los empleados en las tiendas de japoneses sean no asiáticos, y en 1936 la
Ley de Inmigración prohibió que los hijos de extranjeros tengan la nacionalidad
peruana aun cuando estos hubieran nacido en el Perú.
Ya antes en 1924 por
decisión del gobierno peruano los japoneses que vinieron los
hicieron solo por invitación de los que ya estaban en el país.
De esta forma a comienzos
de la década de 1930 la legislación efectivamente limita el número de japoneses
ingresantes y prácticamente empieza a terminar la inmigración japonesa en el
Perú.
4. Como
se organizaron en el Perú
Los inmigrantes
chinos no pudieron organizarse tan rápidamente al comienzo. El hecho de venir
de zonas tan diversas de China, aunque vinieran la mayoría de la zona de Cantón,
de pertenecer a diferentes distritos, de no ser mayormente educados, les impidió
organizarse y formar una entidad única hasta mucho más tarde. También podría
decirse que el hecho de no tener el apoyo de su país, a través de un Consulado
o Embajada, influyo en eso, pues recordemos que recién en 1874, después de
terminada la masiva inmigración de chinos, se establece relaciones diplomáticas
con ese país.
Lo que si hubo fueron
varias asociaciones formadas en base a los lugares de orígenes específicos de
los inmigrantes, como la Sociedad Tong Sing o Tung Sing (tungshing), fundada en
1889 que agrupo a las personas de origen hakka. Después la Sociedad Kong Chau
(Cu Con Chau), que sería de las más antiguas, fue fundada en 1868 y reúne a los
descendientes de los distritos de Hoishang, Hoiping, Sanhui y Yingping[12].
Estas dos sociedades, en sus sedes en el centro de Lima, tienen un templo
dedicado a algunos dioses de la mitología china.
Por otro lado, la
Sociedad Central de Beneficencia China fue creada en el año 1886 con el apoyo
de la Embajada china para agrupar y ayudar a los ciudadanos de ese país en el Perú[13]. La
Asociación Peruano China, que busca ser el ente rector de la comunidad, recién
se fundó en 1999.[14]
En el caso de los
inmigrantes japoneses, estos fundaron en 1917 lo que se constituyó en el
antecedente de la actual Asociación Peruano Japonesa (APJ), el ente rector de
la comunidad nikkei en el Perú. Ese año se creó lo que se llamó la Sociedad
Central Japonesa, que tuvo ese nombre hasta el año 1984, luego se denominó
Asociación Peruano Japonesa del Perú hasta el año 1997[15],
cuando cambio su nombre a la actual APJ.
Para los inmigrantes
japoneses fue más fácil lograr formar una asociación que los agrupara a todos
pues como se mencionó anteriormente ellos vinieron más organizados, contaban
con el apoyo de su Consulado y después de su Embajada.
Habría que mencionar que
existe también la Asociación Okinawense del Perú (AOP), que agrupa a
descendientes de los llegados de esa provincia, que como se indicó,
constituyeron la mayoría de los inmigrantes japoneses llegados al Perú. Los de
esta provincia empezaron a llegar al Perú en 1906, siendo 36 los que arribaron en
ese entones, y ya en 1910 se funda la AOP[16].
También los
inmigrantes japoneses se organizaron y establecieron escuelas desde tempranas
épocas. Muchos inmigrantes tenían siempre la idea de algún día regresar al Japón,
por eso fundaban escuelas para enseñar, entre otras
cosas, el idioma japonés. Así, “El primer colegio japonés se creó en la hacienda Santa Bárbara en
Cañete, contando con 9 alumnos y un profesor. Entre las décadas de 1920 y 1930
se crearon la mayor parte de las escuelas japonesas en el país que llegaron a
totalizar unas 50. Éstas eran creadas y administradas por las asociaciones
japonesas correspondientes a cada provincia y recibían fondos por parte de los
inmigrantes”[17].
En Lima se creó en
1920 la Escuela Japonesa de Lima (Lima Nikko) la más importante y que llego a
tener 1,800 alumnos y un plantel docente de más de 50 personas.
Por su parte los
inmigrantes chinos o sus descendientes en realidad crearon en 1924 el Colegio
Peruano Chino “Diez de Octubre”. Fue creado por la Asociación de Damas Católicas
de la Colonia China y se dice fue uno de los primeros colegios de la comunidad
china en el continente americano. En realidad, el Colegio Peruano Chino “Diez
de Octubre” como tal fue creado en 1962 en Lima, pero se basó en el colegio
“Chung Wa”, creado precisamente en 1924, y el colegio “San Min” creado en 1936.
5. Descendientes
de inmigrantes chinos y japoneses en la actualidad
Es interesante notar
que como se indicó, la mayoría de los chinos que llegaron al Perú hasta 1872
eran hombres, muchos solteros, y por eso mismo ocurrió muchos matrimonios
mixtos de chinos con peruanas. Después de la segunda guerra mundial empezaron a
llegar chinos y venían esta vez ya muchos con familia.
¿Cuántos
descendientes de chinos hay en el Perú?
Es difícil saberlo por justamente los muchos matrimonios mixtos que ha
habido, lo que ha hecho que no sea fácil saber por los rasgos físicos y el
apellido quienes son realmente descendientes chinos. Además, como se mencionó,
muchos chinos tuvieron sus apellidos cambiados cuando entraron a trabajar a las
haciendas, o después cuando nacían sus hijos al momento de inscribirlo en los
registros de nacimiento también esos nombres y apellidos sufrían modificaciones,
especialmente en las provincias o pequeños poblados, donde los registradores no
podían escribir correctamente el nombre de estas personas por el problema de
pronunciación de algunos apellidos. Esto último también es un problema por el
que han atravesado los descendientes de los inmigrantes japoneses en el Perú[18]. De
esta forma hay peruanos que, aunque no tienen los rasgos físicos chinos, pueden
tener un apellido chino, o también pueden tener los rasgos físicos chinos y no
tener un apellido chino o que parezca chino.
En todo caso se dice
que los descendientes de chinos constituyen entre el 5% o hasta el 10% de la
población peruana[19].
En el caso de los
descendientes de japoneses, como se indicó muchos trajeron después sus esposas
o familias, y después es común que se casaran entre los mismos descendientes,
así que, comparado con los chinos, no ha habido muchos matrimonios mixtos con
peruanas/os.
Se calcula que
actualmente habrían unos 50 mil miembros de la comunidad nikkei en el Perú, y
otros 55 mil en Japón[20],
a donde muchos se fueron a trabajar desde la segunda mitad de la década de
1980, cuando en ese país empezó a escasear la mano de obra y a subir los salarios
expresados en dólares por la apreciación del valor de la moneda japonesa, el
yen,[21]
lo que hizo más atractivo para muchos ir a trabajar a ese país.
6. Conclusiones
Como se ha visto, los
inmigrantes chinos y japoneses si bien llegaron con el objetivo común de principalmente
suplir la escasez de mano de obra que se experimentó en las haciendas costeras
desde mediados del siglo XIX, la forma como llegaron, como trabajaron, como se
organizaron, fue bastante distinta. La comunidad nikkei, en número menor, es más
organizada, pero la comunidad tusan (se denomina así a los descendientes de los
chinos)[22] más
numerosa y con una presencia más antigua en el país no lo es, porque
probablemente venían muchos con poca educación, no contaban con el apoyo de una
representación diplomática de su país, y porque se mezclaron mucho al comienzo
con la población peruana.
De esta forma recién
los inmigrantes chinos llegaron a formar una asociación como la Sociedad
Central de Beneficencia China en 1886, después de que termino el grueso de la inmigración
de ese país en 1872. En cambio, los inmigrantes japoneses ya en 1917, a menos
de 20 años del comienzo de su inmigración al Perú, forman lo que es hoy la Asociación
Peruano Japonesa, aunque los originarios de Okinawa, que son los más numerosos
dentro de la sociedad nikkei, formaron en 1910 su Asociación Okinawense del Perú,
que hasta ahora subsiste.
Si bien como se vio
ha habido diferencias entre ambos grupos de inmigrantes en varios aspectos,
desde como vinieron, donde trabajaron, como se organizaron al llegar, etc.,
algo en común que enfrentaron fue la discriminación de una parte de la
población local, azuzado por algunos medios de comunicación, que hizo que hacia
comienzos de 1930 prácticamente terminase la inmigración de chinos y japoneses
al Perú. A los inmigrantes chinos se les discrimino principalmente por ser asiáticos,
una discriminación racial, y a los japoneses porque representaban una
competencia en algunos rubros del comercio, aunque también había un componente
de discriminación racial ahí. Incluso hubo manifestaciones anti japonesas, especialmente
en 1939 y 1940 en Lima, que terminaron con saqueos a viviendas y comercios de
los japoneses y sus descendientes.
Esa discriminación
alcanzo su punto máximo cuando a fines de 1942 y principalmente en 1943, el
gobierno peruano deporta a más de 1,700 líderes de la comunidad japonesa en el
Perú a campos de concentración en EEUU, pues el Perú se había declarado aliado
de ese país y le había declarado la guerra a Japón, después del ataque a Perl
Harbor en diciembre de 1941, desencadenando la participación de EEUU en la
Segunda Guerra Mundial.
*Carlos Aquino es
Coordinador del Centro de Estudios Asiáticos San Marcos (CEAS) de la UNMSM. Con
Maestría y Doctorado por la Universidad de Kobe, Japón, es especialista en economía
y política asiática.
Bibliografía:
-
Carlos Aquino “Relaciones Perú Japón: Diplomacia, Inmigración,
Economía y Política”, 1994, Grafica Biblos
-
Samuel
L. Baily y Eduardo Jose Miguez, editors: “Mass Migration to Modern Latin
America”, 2003, Scholarly Resources Inc.
-
Luis Garcia-Corrochano y Rubén Tang: “Las Relaciones
entre el Perú y China”, 2011, IDEI, Instituto Confucio, PUCP
-
Richard Chuhue, Li Jing Na y Antonio Coello editores:
“La inmigración china al Perú: Arqueología Historia y Sociedad”, 2012,
Universidad Ricardo Palma/Instituto Confucio
-
Julia
Lovell: “The Opium War”, 2011, Picador
-
Humberto Rodríguez
Pastor: “Chinos en la Sociedad Peruana 1850-2000”, 2017, UNMSM
-
Jonathan
D. Spence: “God´s Chinese son –The Taiping Heavenly Kingdom of Hong Xiuquan-
“1996, Norton & Company
-
Fernando de Trazegnies Granda: “En el país de las
Colinas de arena” 2 Volúmenes, 1995, PUCP
[2] Fernando de Trazegnies: “En el país de las
Colinas de arena”
[3] Julia Lovell: “The Opium War”
[4] Jonathan D. Spence: “God´s Chinese son –The Taiping Heavenly
Kingdom of Hong Xiuquan- “
[6] En la obra citada de Fernando de Trazegnies (Volumen 1, página 120) se
refiere el caso de un chino que llego a una hacienda con su contrato donde
decía que se llamaba Ah kin-Fo, pero el hacendado le puso de nombre Tomas
Aquino.
[7] Ver artículo “La Ley China de 1849” de
Humberto Rodríguez Pastor en la revista Integración (revista de la Asociación
Peruano China) número de junio del 2019, página 23, en su columna “Herederos
del Dragón”
[8] Samuel L. Baily y Eduardo Jose Miguez, editors: “Mass Migration to
Modern Latin America” https://books.google.com.pe/books?id=ZSJvAAAAQBAJ&pg=PA115&lpg=PA115&dq=teikichi+tanaka+and+agustin+leguia&source=bl&ots=N5iitBfKX2&sig=ACfU3U0ziAEmZOlOCrs46g-gmL32hBUHpA&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwjVsM6x24DkAhUv1VkKHbmjA48Q6AEwDnoECAcQAQ#v=onepage&q=teikichi%20tanaka%20and%20agustin%20leguia&f=false
[9] Página web de la Asociación Peruano Japonesa:
Inmigración japonesa al Perú, Cronología en la historia de la inmigración
japonesa al Perú: http://www.apj.org.pe/inmigracion-japonesa/historia/cronologia-inmigracion
[11] Ver el capítulo de Andrés Araneda Fernández “Participación china al
interior del ejército chileno durante la guerra del Pacifico” pagina 135 a 152,
en el libro editado por Richard Chuhue, Li Jing Na y Antonio Coello: “La
inmigración china al Perú: Arqueología Historia y Sociedad”
[13] Página web de la Sociedad Central de
Beneficencia China: Quienes Somos: http://www.scbcperu.com/es/quinessomos/
[16] Página web de la Asociación Okinawense del
Perú: Quienes somos: Nosotros: https://www.aop.org.pe/index.php/aop/quienes-somos/nosotros
[17] Página web de la Asociación Peruano Japonesa:
Inmigración japonesa al Perú: Nacimiento de las instituciones nikkei: http://www.apj.org.pe/inmigracion-japonesa/historia/nacimiento-instituciones
[18] El autor de este artículo, que en el año 1994 se convirtió en el primer
Traductor Publico Juramentado del idioma japonés en el Perú, ha traducido muchas
veces documentos en japonés, llamados “koseki”, que es una especie de árbol
genealógico de un japonés. Comparando por ejemplo ese documento con la partida
de nacimiento de los descendientes japoneses se ven una serie de errores en la
redacción de los apellidos y nombres en las partidas en español, resultado del
error en la escritura de los apellidos y nombres por la mala pronunciación o el
cambio que estos tuvieron en el proceso de transcribirlos del idioma japonés al
español.
[20]Página web de la Asociación Peruano Japonesa: http://www.apj.org.pe/comunidad-nikkei-peru/resena
[21] Carlos Aquino “Migración de peruanos a Japón” https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/econo/article/view/8997
viernes, 13 de septiembre de 2019
Discurso del 10 de setiembre al recibir la condecoración de “Orden del Sol Sol Naciente, Rayos Dorados y Roseta”.
Discurso del 10 de setiembre al recibir la condecoración de “Orden del Sol Sol Naciente, Rayos Dorados y Roseta”.
Excelentísimo Sr. Embajador de Japón, Sadayuki Tsuchiya, Sr. General Marco Miyashiro, presidente de la Liga Parlamentaria de Amistad Perú-Japón, Sr. Embajador Elard Escala, Director General de Asia y Oceanía del Ministerio de Relaciones Exteriores, distinguidas personalidades, invitados, familiares, amigos todos.
Es para mí un gran honor recibir, por segunda vez, una condecoración del gobierno de Japón.
Estudie en Japón 7 años, de 1985 a 1992 en La Universidad de Kobe (incluyendo los 6 primeros meses que estuve aprendiendo el idioma japonés en la Universidad de Osaka de Lenguas Extranjeras) haciendo mis estudios de posgrado en Economía en una beca del gobierno japonés, y me quede un año más trabajando en una fundación japonesa en Nagoya. Después he tenido oportunidad de ir como profesor visitante a Universidades japonesas en Sendai y en Yokohama, en los primeros años de la década pasada, y también de viajar atendiendo algunos eventos académicos.
Por suerte he tenido entonces oportunidad de mantener contacto con Japón y con algunos amigos, la última vez que estuve ahí fue el año pasado, y muchas veces me entra la nostalgia del tiempo que pasé allá, que si se calcula en total representa casi 10 años, una sexta parte de mi vida. A veces me pongo a recordar esa época escuchando la música japonesa tradicional, enka, que me gusta mucho, y también voy a comer de vez en cuando comida japonesa, el tradicional, no la fusión que existe ahora. También escucho la radio pública NHK, que se puede escuchar por internet, para mantenerme al tanto de lo que sucede en Japón y no olvidar el idioma, especialmente ahora que ya no ejerzo el oficio de traductor del idioma japonés pues estoy dedicado al 100% a mi labor de enseñanza en la Universidad de San Marcos. El hecho de ser profesor universitario, de enseñar un seminario de economía asiática, hace también que deba mantenerme al día de lo que suceda en Japón.
Justamente la creación el año pasado de un Centro de Estudios Asiáticos en la Universidad San Marcos (CEAS) me está permitiendo continuar y creo yo tener un mayor acercamiento con Japón. Por ejemplo, ahora tenemos en la Universidad de San Marcos al profesor Yusuke Murakami, de la Universidad de Kioto, quien estará este mes de Setiembre como profesor visitante, y seguro vamos a tener oportunidad de tener otros profesores japoneses también en el futuro. En este caso debo agradecer a la Embajada de Japón, y en particular al Sr. Embajador Sadayuki Tsuchiya, por el apoyo que ha brindado al Centro de Estudios Asiáticos desde incluso antes de su establecimiento oficial en noviembre pasado.
Siempre le digo a mis alumnos que vayan a estudiar al extranjero, y mejor a Japón, no solo por ser un país adelantado donde pueden aprender mucho sobre su profesión, sino por el carácter especial del país, que como saben los que han tenido oportunidad de viajar y conocerlo, es realmente único, por no solo el tema de la buena seguridad que existe, la amabilidad y calidez de sus ciudadanos, la excelente calidad de sus productos y servicios, sino también por la tranquilidad que se siente estando allá. Les digo a mis alumnos que los envidio por ser jóvenes pues me gustaría tener otra vez su edad y viajar a estudiar allá, y que además las becas que ofrece son definitivamente las mejores del mundo, no solo porque es una beca completa, sino porque van a disfrutar de su estadía en el maravilloso país que es Japón, y van a estar en el centro de una región dinámica como es Asia.
Lo que hago ahora, enseñar sobre Japón y Asia, es algo que me apasiona, y pensar que fue algo fortuito que vaya a estudiar a Japón y más aún el hecho de que me haya quedado allá por un buen tiempo. Japón marco mi vida, mi juventud, marca mi presente y marcara mi futuro. Y estoy más feliz aun al pensar que las semillas que sembré resultado de mis estudios allá, enseñando aquí sobre ese país y esa región, de promover entre mis alumnos que estudien ese país y esa región, que vayan a estudiar allá, está empezando a rendir frutos, con la creación del Centro de Estudios Asiáticos en la Universidad y con la formación que varios de mis alumnos están teniendo ya en esa región. Si bien es cierto aun ningún alumno mío ha ido a Japón a hacer un posgrado, ya varios de ellos han ido a otros países de esa región y estoy seguro pronto irán más, especialmente gracias a la constitución del Centro de Estudios Asiáticos, pero también con los diversos convenios que la Universidad está firmando con varias Universidades de Japón. De hecho, varios de los miembros del CEAS que se han formado en Asia han sido alumnos míos.
Este año es un año especial, pues se celebra el 120 aniversario del comienzo de la inmigración japonesa en el Perú, un hecho que marcó el comienzo de una relación de larga amistad entre nuestros dos países, y me alegra que sea precisamente en este año que reciba esta condecoración. El que mi trabajo y actividad de enseñar sobre ese país y región sea premiado es un aliciente más para continuar con esa labor.
Finalmente quiero agradecer a mis amigos que están presentes aquí, de la Universidad, a sus autoridades presentes, a mi familia (aunque mi esposa no está presente ahora y le hubiera gustado estar por que le encanta Japón y Asia), y a dos amigos también becarios que me acompañan aquí. Justamente la organización que ayudamos a crear con el Dr. Juan José Bonilla, la Asociación de Ex becarios de Japón, me permitió también estar más en contacto con ese país.
Muchas gracias
Carlos Aquino
Es para mí un gran honor recibir, por segunda vez, una condecoración del gobierno de Japón.
Estudie en Japón 7 años, de 1985 a 1992 en La Universidad de Kobe (incluyendo los 6 primeros meses que estuve aprendiendo el idioma japonés en la Universidad de Osaka de Lenguas Extranjeras) haciendo mis estudios de posgrado en Economía en una beca del gobierno japonés, y me quede un año más trabajando en una fundación japonesa en Nagoya. Después he tenido oportunidad de ir como profesor visitante a Universidades japonesas en Sendai y en Yokohama, en los primeros años de la década pasada, y también de viajar atendiendo algunos eventos académicos.
Por suerte he tenido entonces oportunidad de mantener contacto con Japón y con algunos amigos, la última vez que estuve ahí fue el año pasado, y muchas veces me entra la nostalgia del tiempo que pasé allá, que si se calcula en total representa casi 10 años, una sexta parte de mi vida. A veces me pongo a recordar esa época escuchando la música japonesa tradicional, enka, que me gusta mucho, y también voy a comer de vez en cuando comida japonesa, el tradicional, no la fusión que existe ahora. También escucho la radio pública NHK, que se puede escuchar por internet, para mantenerme al tanto de lo que sucede en Japón y no olvidar el idioma, especialmente ahora que ya no ejerzo el oficio de traductor del idioma japonés pues estoy dedicado al 100% a mi labor de enseñanza en la Universidad de San Marcos. El hecho de ser profesor universitario, de enseñar un seminario de economía asiática, hace también que deba mantenerme al día de lo que suceda en Japón.
Justamente la creación el año pasado de un Centro de Estudios Asiáticos en la Universidad San Marcos (CEAS) me está permitiendo continuar y creo yo tener un mayor acercamiento con Japón. Por ejemplo, ahora tenemos en la Universidad de San Marcos al profesor Yusuke Murakami, de la Universidad de Kioto, quien estará este mes de Setiembre como profesor visitante, y seguro vamos a tener oportunidad de tener otros profesores japoneses también en el futuro. En este caso debo agradecer a la Embajada de Japón, y en particular al Sr. Embajador Sadayuki Tsuchiya, por el apoyo que ha brindado al Centro de Estudios Asiáticos desde incluso antes de su establecimiento oficial en noviembre pasado.
Siempre le digo a mis alumnos que vayan a estudiar al extranjero, y mejor a Japón, no solo por ser un país adelantado donde pueden aprender mucho sobre su profesión, sino por el carácter especial del país, que como saben los que han tenido oportunidad de viajar y conocerlo, es realmente único, por no solo el tema de la buena seguridad que existe, la amabilidad y calidez de sus ciudadanos, la excelente calidad de sus productos y servicios, sino también por la tranquilidad que se siente estando allá. Les digo a mis alumnos que los envidio por ser jóvenes pues me gustaría tener otra vez su edad y viajar a estudiar allá, y que además las becas que ofrece son definitivamente las mejores del mundo, no solo porque es una beca completa, sino porque van a disfrutar de su estadía en el maravilloso país que es Japón, y van a estar en el centro de una región dinámica como es Asia.
Lo que hago ahora, enseñar sobre Japón y Asia, es algo que me apasiona, y pensar que fue algo fortuito que vaya a estudiar a Japón y más aún el hecho de que me haya quedado allá por un buen tiempo. Japón marco mi vida, mi juventud, marca mi presente y marcara mi futuro. Y estoy más feliz aun al pensar que las semillas que sembré resultado de mis estudios allá, enseñando aquí sobre ese país y esa región, de promover entre mis alumnos que estudien ese país y esa región, que vayan a estudiar allá, está empezando a rendir frutos, con la creación del Centro de Estudios Asiáticos en la Universidad y con la formación que varios de mis alumnos están teniendo ya en esa región. Si bien es cierto aun ningún alumno mío ha ido a Japón a hacer un posgrado, ya varios de ellos han ido a otros países de esa región y estoy seguro pronto irán más, especialmente gracias a la constitución del Centro de Estudios Asiáticos, pero también con los diversos convenios que la Universidad está firmando con varias Universidades de Japón. De hecho, varios de los miembros del CEAS que se han formado en Asia han sido alumnos míos.
Este año es un año especial, pues se celebra el 120 aniversario del comienzo de la inmigración japonesa en el Perú, un hecho que marcó el comienzo de una relación de larga amistad entre nuestros dos países, y me alegra que sea precisamente en este año que reciba esta condecoración. El que mi trabajo y actividad de enseñar sobre ese país y región sea premiado es un aliciente más para continuar con esa labor.
Finalmente quiero agradecer a mis amigos que están presentes aquí, de la Universidad, a sus autoridades presentes, a mi familia (aunque mi esposa no está presente ahora y le hubiera gustado estar por que le encanta Japón y Asia), y a dos amigos también becarios que me acompañan aquí. Justamente la organización que ayudamos a crear con el Dr. Juan José Bonilla, la Asociación de Ex becarios de Japón, me permitió también estar más en contacto con ese país.
Muchas gracias
Carlos Aquino
domingo, 1 de septiembre de 2019
Cooperación entre China y América Latina en la gobernanza comercial global
Carlos
Aquino*
El 24 de agosto pasado participe en la Universidad de Shanghái
en el Simposio Internacional sobre Cooperación entre China y Latinoamérica en
la Gobernanza Global, evento organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos
del Instituto de Estudios Globales de esa Universidad. El encuentro reunió a académicos
de China y Latinoamérica que vieron el tema de la gobernanza global en los
campos del comercio, las finanzas, el cambio climático, y la agenda de
desarrollo sostenible al 2030. Yo participe en el tema de la gobernanza en el
comercio global. El presente artículo resume mi exposición en el tema.
Lo primero que hay que ver es que el comercio mundial
enfrenta problemas que complican la gobernanza global como es el proteccionismo,
el unilateralismo y el surgimiento de bloques comerciales cerrados.
Estados Unidos es el principal exponente del proteccionismo, el
unilateralismo, y también la modificación del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN, que reúne a EEUU, Canadá, y México) buscado por Estados
Unidos ha hecho que este bloque comercial sea más cerrado. Por ejemplo, con el
aumento en el porcentaje de contenido nacional o regional que debe tener un
bien producido dentro del bloque para ser considerado un producto que se
beneficiará de la exención arancelaria dentro del TLCAN, (como se acordó en el
acuerdo renegociado, donde los autos producidos deberán tener un contenido
regional de 75% en vez del 62.5% que estaba establecido), esto significará una
disminución de las importaciones de partes y componentes de terceros países. De
esta manera, el TLCAN se convertirá en un bloque comercial cerrado.
Además, Estados Unidos no apoya a la Organización Mundial del Comercio (OMC)
como una forma de resolver disputas comerciales. Estados Unidos cree que, dado
que es el país más grande en términos económicos, no necesita la mediación de
una organización internacional y puede resolver los problemas de manera
unilateral. Como el país más grande, cree que puede imponer su voluntad a los
demás.
Por lo tanto, la lucha contra el proteccionismo, el unilateralismo, y el
mantenimiento de un sistema abierto de comercio e inversión son necesarios para
la expansión del comercio, que ha sido el principal motor del crecimiento de la
economía mundial, especialmente en los últimos 70 años. Los países también
deben defender el papel de la OMC como árbitro de las disputas comerciales.
Respecto a cómo China y América Latina pueden cooperar en la gobernanza
global del sistema comercial, podemos señalar varios aspectos:
Primero, cooperar en la defensa del sistema de comercio abierto, del
papel de la OMC. En este sentido, China tiene un papel importante que jugar
porque hasta que Trump se convirtió en presidente, Estados Unidos fue el
principal defensor de un sistema abierto de comercio e inversión, y este ya no
es el caso. China particularmente debería jugar ese papel. ¿Por qué? Pues China
ha sido probablemente el país que más se ha beneficiado de ese sistema abierto
de comercio e inversiones, y esta entonces en su interés que este sistema siga así.
En segundo lugar, China y América Latina deberían avanzar en la
liberalización del comercio entre ellos y de esta manera dar un ejemplo a
seguir para otros países. La firma de acuerdos de libre comercio es una forma
de hacerlo. En este aspecto, también una forma de aumentar el comercio entre
ambas partes es que China, como país grande en términos económicos (como la
segunda economía más grande del mundo), con una creciente clase media que
experimenta un aumento en su poder adquisitivo, debería abrir más su mercado a
los productos latinoamericanos en sectores de, por ejemplo, agroindustria,
silvicultura, pesca, donde la región es competitiva. A veces existen barreras
no arancelarias en China que no facilitan la venta de los exportadores
latinoamericanos en su mercado.
China podría incluso establecer un sistema como el Sistema Generalizado
de Preferencias (GGP) que establecieron varios países avanzados en la década de
1970 para permitir a países de bajos ingresos que le vendan bienes a sus
mercados con bajo o sin ningún arancel.
En tercer lugar, uno de los motivos de la reacción violenta contra un
sistema de comercio abierto, contra la globalización, es que en muchos países
algunos sectores de la población no parecen beneficiarse del aumento del
comercio. China es un gran defensor del sistema de comercio abierto porque
claramente se ha beneficiado con el sistema, como se ve en el hecho de que una
gran parte de su población ha visto un aumento en su nivel de vida al trabajar
en el sector de exportación de manufacturas.
América Latina se ha beneficiado principalmente de su creciente comercio
con China al vender recursos naturales para satisfacer el apetito del sector
manufacturero chino y en la construcción de su infraestructura física. Pero
América Latina debería mejorar su estructura industrial y económica para
producir más bienes de valor agregado para satisfacer las necesidades de la
creciente clase media china. Una forma de hacerlo es, por ejemplo, usar el
fondo que China ha establecido para esto como el Fondo de Inversión para la
Cooperación Industrial que asignó 20 mil millones de dólares en 2015, y que ha
sido poco utilizado.
Cuarto, los latinoamericanos deberían mejorar la competitividad de sus
productos mejorando su sistema de transporte de puertos, aeropuertos,
ferrocarriles, carreteras, centrales hidroeléctricas, etc. En este sentido,
China puede ayudar con su iniciativa de la Franja y la Ruta (del que ya forman
parte 19 países de la región latinoamericana).
Además, para que la región produzca más bienes de valor agregado, no
solo se necesita mejorar la infraestructura física, sino también mejorar las
habilidades de su fuerza laboral. El desarrollo de recursos humanos es una
necesidad en la región y en esta área también China podría ofrecer algunas
lecciones, ya que este país ha demostrado cómo se ha convertido en una potencia
industrial que produce bienes más sofisticados y avanzados debido a la mejora
en las habilidades de su fuerza laboral.
Los latinoamericanos también deberían usar el sistema de comercio
electrónico de China para vender sus productos en el mercado chino. El uso de
plataformas como la de Alibaba, por ejemplo, es imprescindible para eso.
Quinto, para hacer que los flujos comerciales sean más estables, para
evitar, por ejemplo, las fluctuaciones en el valor de las monedas que ahora
ocurren, principalmente debido al uso del dólar estadounidense, se deben usar
otras monedas, como el yuan. Para ello, deberían fomentarse los acuerdos, por
ejemplo, entre China y los países de América Latina para utilizar el yuan para
su comercio.
*Coordinador del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, Perú
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