jueves, 20 de agosto de 2020

Guerra comercial y tecnológica entre EE. UU. y Chin

 

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                                                                                Carlos Aquino*

 

No pasa un día sin que salga una noticia de una escalada en el conflicto entre China y EE. UU., que empezó con un tema comercial en el 2018 pero que se ha extendido a todos los niveles, Lo último que se sabe es que las negociaciones sobre temas comerciales que deberían haber tenido esos dos países el 15 de agosto se cancelaron, sin explicación alguna, y sin haberse fijado una nueva fecha de reunión.

EE. UU. y China, las dos economías más grandes del mundo, están enfrascados en un conflicto sin visos de solución y que se agudizan con la cercanía de las elecciones presidenciales de noviembre en EE. UU. ¿Qué puede suceder de aquí en adelante?  En este artículo se pretende responder eso. Primero se verán las razones de este conflicto, segundo, las medidas que ambos países han tomado, tercero, lo que puede ser el desenlace, y por último cual podría ser la posición del Perú.

Primero, el conflicto entre estos dos gigantes se veía venir con el discurso de Trump antes de ser elegido, en que acusaba a China de ser la causa de muchos de los males de EE. UU. Al asumir el gobierno en enero del 2017 reafirmo esas acusaciones, y en diciembre de ese año en el documento de seguridad nacional publicado por su gobierno, catalogo a China, junto con Rusia, de ser competidores estratégicos de EE. UU., y que tienen como objetivo socavar su poder económico y político en el mundo usando medios vedados[1].

Especialmente acuso a China de que, a pesar de que EE. UU. le abrió su mercado, y le permitió el ingreso a la Organización Mundial de Comercio en el 2001, China no cambio su modelo estatista y autoritario y se apropia de la tecnología de EE. UU. y restringe el ingreso de empresas y productos a su país.

La razón fundamental del conflicto es la competencia económica y tecnológica entre estas dos grandes potencias. China, que durante gran parte de los últimos dos mil años fue la potencia mas adelantada del mundo, esta retomando el lugar que siempre tuvo. El peso que tenía China en la economía mundial cayo estrepitosamente desde que fue abierto a la fuerza en 1839-40 con la Guerra del Opio que le hizo Inglaterra. Durante lo que los chinos llaman el siguiente “Siglo de humillación” hasta 1949, China fue invadida por potencias extranjeras y después desde 1949 con el establecimiento de la República Popular China, se sumió en una etapa de casi aislamiento de la economía mundial. Pero China desde 1979 con su apertura al mundo y sus reformas económicas, otra vez está creciendo y asumiendo cada vez más un rol importante, no solo en la economía sino en la política mundial[2].

El conflicto se origina pues China crece bajo el liderazgo de un Partido Comunista que es visto como autoritario, y con una economía donde el Estado juega un rol muy importante. Además, China protege su economía de la competencia extranjera y ha ayudado a sus empresas a poder competir con gigantes de EE. UU., por ejemplo, en campos desde el tecnológico, con Huawei, Tencent y Alibaba por ejemplo que compiten con Apple, Facebook, o Amazon, o en computadoras con empresas como Lenovo (que compro la División de IBM de computadoras personales), o en autos como Great Wall o BYD que compiten con Ford o GM.   

Segundo, el 2018 EE. UU. empezó tomando medidas para restringir el acceso de productos chinos a su mercado poniendo aranceles a esos productos, en una escalada comercial que sigue todo el año 2018 y el 2019, con China respondiendo en la misma forma. Las cosas llegaron a una situación donde la mayor parte de los bienes comercializados entre ambos estaban ya con aranceles, y ante la amenaza de Trump de imponer aranceles a la totalidad de productos de China en diciembre del 2019, se llega a un acuerdo en enero del 2020.

Mediante ese acuerdo, llamado primera fase de un acuerdo comercial, China se comprometió, entre otras cosas, a comprar el 2020 y 2021 unos 200 mil millones de dólares adicionales al monto que normalmente compra a EE. UU., basado en los niveles del 2017. La paz momentánea parece llegar, pero el conflicto se agudizo con la llegada de la pandemia del COVID-19 justamente en enero del 2020.

Pero también ya en el 2018 se vio el conflicto en el campo tecnológico entre estos dos países cuando EE. UU. empezó a restringir la venta de partes y componentes vitales, como algunos chips, a las empresas chinas ZTE y Huawei, que están entre las mas adelantadas en el mundo en la tecnología 5G de telecomunicaciones. Esta tecnología será el motor de la cuarta revolución industrial y su dominio permitirá al país tener una ventaja en esa revolución. Esta tecnología hace posible por ejemplo los autos autónomos, la comunicación entre robots, la inteligencia artificial, y no solo se usa en el campo industrial sino el militar también, como en los drones, por ejemplo[3].

La situación de conflicto entre EE. UU. y China se agudizo con la pandemia del COVID-19. EE. UU. acusa a China en febrero de este año que oculto y demoro en avisar el inicio de la pandemia y la real magnitud de esta. Estas acusaciones se han vuelto más estridentes a medida que la pandemia causa más muertos e infectados en EE. UU. y el impacto en su economía es mayor. Pero también las acusaciones de Trump contra China esconden la incompetencia de su gobierno en enfrentar esta pandemia, habiendo negado al comienzo lo serio que era esta, incluso diciendo que era un simple resfriado que desaparecía en el verano.

Así China se convierte en el chivo expiatorio de la ineficiencia del gobierno de Trump, y con las elecciones a la vista en noviembre de este año, se convierte en objetivo favorito de ataques. Pero las cosas se complican cuando sumado al conflicto económico y tecnológico EEUU acusa a China de ser un régimen cada vez más autoritario, de reprimir a su propia gente, de reprimir especialmente a la población uigur musulmana en la provincia de Xinjiang, de aplicar la ley de seguridad nacional en Hong Kong, suprimiendo las críticas al régimen de China ahí, y terminando efectivamente el régimen de “un país dos sistemas”, etc.

Lo anterior ha sido acompañado con sanciones a empresas y dirigentes chinos sobre lo que pasa en Xinjiang y Hong Kong, la clausura del Consulado chino en Houston, la amenaza de cerrar las operaciones en EE. UU. de Tiktok y WeChat, dos aplicaciones chinas, y la imposición de mayores restricciones a la venta de chips, partes, y de tecnología de EE. UU. que usan empresas como Huawei para la producción de sus aparatos.

Las implicancias del enfrentamiento de China con EE. UU. en el mundo son enormes, no solo estos dos países constituyen el 38% de la economía mundial, son las dos más grandes potencias comerciales, los dos más grandes inversores, sino que su conflicto al parecer podría obligar al resto de países a asumir partido por alguno de ellos. La campaña de EE. UU. por impedir que otros países asuman la tecnología de Huawei para la instalación de la infraestructura del 5G es ese caso.

Huawei es sin duda la empresa actualmente más adelantada en el mundo en ese campo y la que ofrece el menor costo para su instalación. Pero EE. UU. la acusa de que los datos que pueda recolectar terminaran en manos del gobierno chino, poniendo en riesgo la seguridad de los países, y presiona a estos para que no adopten la tecnología de esa empresa china.

EE. UU. ya ha presionado al Reino Unido, Australia, Japón para que no adopten la tecnología de Huawei. Y ya el Secretario de EE. UU. Mike Pompeo estuvo en abril del 2019 en 4 países de Latinoamérica, entre ellos el Perú diciendo lo mismo[4]. Hay el peligro de que los paises se vean forzados a escoger entre la posición de China o la de EE. UU., y si lo hacen por uno se verían afectados por sanciones por el otro (como lo han insinuado ambos países)[5].

Tercero, ¿cuál puede ser el desenlace de este conflicto? El conflicto entre EE. UU. y China continuaría pues la competencia entre estos dos países por el dominio económico y tecnológico es real, aunque Trump le ha impuesto un matiz personal con la virulencia de sus ataques a China. Por otro lado, habría que señalar que China, comparado con hace algunos años atrás, no le teme al conflicto.

China es otro país pues siente que tiene un sistema económico y político superior, que le ha permitido, entre otras cosas, controlar en gran parte la pandemia, a un menor costo para su sociedad y su economía. Además, tiene un líder, Xi Jinping, que tiene una meta trazada de alcanzar el “sueño chino” de recuperar el sitial que China siempre ha tenido, como un país líder y adelantado como ningún otro en el mundo. Además, China sabe que tiene cada vez una mayor influencia en el mundo.

China es el mercado más grande para los productos de exportación de más de la mitad de los países del mundo[6], es el mayor inversor y prestamista en muchos países en Asia, África y también en varios países de Latinoamérica. Y esta tendencia va a continuar, pues solo China está en la posición de ofrecer su mercado para las materias primas que por ejemplo es lo que más exportan los países en desarrollo, y tiene financiamiento para inversiones que también necesitan los países en desarrollo.

De ganar Joe Biden las elecciones es probable baje la retórica del enfrentamiento entre China y EUU y se pongan a negociar. Además, en EE. UU. hay la posición de muchas grandes empresas que tienen negocios en China y que no les conviene una escalada en ese conflicto. China es importante para ellos, no solo como una fábrica del mundo, sino cada vez mas, como el mayor mercado de consumo del mundo.  

Cuarto, ¿Cuál debería ser la posición del Perú? Para el Perú China y EE. UU. son los dos principales socios comerciales y dos de los mayores inversores en el país. Los lazos históricos también son antiguos con esos dos países, y dado que son las dos mayores potencias mundiales esta la necesidad de mantener buenas relaciones con ellos.

Dicho lo anterior el país no debería tomar partido por ninguno de ellos. Las decisiones que se tengan que tomar para la adopción de alguna medida debe ser tomando en consideración los intereses del país y manteniendo las relaciones de amistad con ellos. Llegada la hora se tiene que sopesar los costos y beneficios de adoptar por ejemplo la tecnología 5G y por supuesto viendo el tema de la seguridad nacional. Felizmente quizás por ser el Perú un país entre mediano y pequeño, y alejado geográficamente de esas potencias, en temas de seguridad no es tan importante para ninguna de ellas.

Además, la necesidad del Perú en términos por ejemplo de financiamiento es tan grande que está abierta a la participación de todos los países. Esto es algo también vital en el sentido de que el Perú no debería de depender de ningún país en particular, buscando mantener una relación equilibrada con todos.         

Por último, habría que contemplar también ver la posibilidad de tener una posición conjunta con otros países de la región como con los de la Alianza del Pacifico. Entre países pequeños lo mejor es tratar de tener una posición común en temas de relevancia internacional.  

                                                                        16 de agosto del 2020 

 

 

*Carlos Aquino es Coordinador del Centro de Estudios Asiáticos, UNMSM. Especialista en Economía y Política Asiática.

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