Carlos Aquino Rodríguez*
China el año
2016 ha tratado de consolidar su nueva etapa de crecimiento económico, de
alrededor de 6.5%, y que tratara de mantener el 2017, aunque su economía se
enfrenta a varios retos. Su nueva etapa de crecer basado ya no tanto en las
exportaciones y en la inversión en la manufactura, sino en el mercado interno,
en la innovación y el sector servicios, se enfrenta al desafío de una economía
mundial inestable y en bajo crecimiento, con el surgimiento del proteccionismo,
principalmente en EE.UU., y con la misma economía china con índices de deuda
elevados y un posible surgimiento de una burbuja inmobiliaria, en un contexto
de también salida de capitales que ha presionado a la devaluación de su moneda.
Primero, el
mercado interno chino muestra signos de dinamismo. El consumo interno de
algunos productos y la venta de servicios aumenta. Por ejemplo el 11 de
noviembre pasado, fecha en que se celebra en China el llamado Día de los
Solteros, las ventas online de la empresa Alibaba alcanzaron la cifra de 18 mil
millones de dólares, un aumento de 32% respecto al año anterior[1].
De enero a noviembre del 2016 las ventas de autos en China llego a 25 millones,
un incremento de 14.1% respecto al año anterior[2].
Y de enero a noviembre del 2016 las ventas de bienes raíces alcanzaron el monto
de 1.48 billones de dólares, un incremento de 37.5% interanual. Ese monto representa uno mayor al
Producto Interno Bruto (PIB) de Corea del Sur, Australia y Rusia, que tienen un
PIB de 1.38 billones de dólares, 1.34 billones y 1.33 billones de dólares,
respectivamente, en el año 2015[3].
Pero
justamente este fuerte crecimiento de las ventas de bienes raíces ha elevado el
temor al surgimiento de una burbuja inmobiliaria, algo que el gobierno chino ve
con preocupación y que está tomando medidas para evitar eso, como hacer más difícil
la compra de una segunda propiedad por una familia (elevando la cuota inicial para
la compra de la segunda casa por ejemplo, lo que origino incluso que haya
divorcios falsos para evitar esto) y poner freno también a las compras
especulativas, como también tratando de aumentar la disponibilidad de terrenos
para el desarrollo de proyectos inmobiliarios. La baja tasa de interés, la facilidad
de créditos disponibles, y la falta de oportunidades rentables en el sector
real han alimentado esta burbuja, aunque aún hay un estimado de 690.95 millones
de metros cuadrados de propiedades sin vender en el país.[4]
Hay una preocupación también por el temor a que las familias se endeuden
demasiado y de que asimismo la desigualdad en el ingreso aumente pues algunos
pueden comprar viviendas pero muchos otros se están quedando sin esa
posibilidad por los altos precios que estas alcanzan.[5]
La deuda del sector privado (el
porcentaje de crédito del sector privado no financiero respecto al PIB) subió
de 150% en el 2009 a más del 200% en el 2015[6],
algo que el gobierno tiene que enfrentar también.
Segundo, la
moneda china, el yuan, empezó el año 2016 con un valor de alrededor de 6.5 por
dólar y termino el año con un valor de 6.9 yuanes por dólar[7].
La moneda se ha devaluado, en una forma persistente, desde comienzos del 2014 y
ha perdido hasta ahora un 15% de su valor frente al dólar. Ha ocurrido una
fuerte salida de capitales al exterior. Por ejemplo las Reservas
Internacionales Netas de China, que al comienzo del año 2016 eran de 3.3
billones de dólares terminan el año en 3 billones de dólares, en una tendencia de
caída que viene desde mediados del año 2014, cuando las reservas chinas eran de
4 billones de dólares (lo que era un monto 20 veces mayor al PIB del Perú o 65
veces mayor a las reservas internacionales actuales del país).
La tendencia
hacia la salida de capitales de China continuaría, entre otras razones pues la
tasa de interés en EE.UU. aparentemente continuara subiendo (la Reserva Federal
de EE.UU. la aumento, después de un año, el 14 de diciembre del 2016 a un rango
de 0.5%-0.75%, desde el rango de 0.25%-0.5%)[8].
El alza de la tasa de interés en EE.UU. es la segunda en una década, y el 2017 habría
más alzas pues al parecer el mercado laboral en EE.UU. se está ajustando, los
salarios podrían incrementarse, y la inflación podría aumentar (en un contexto
donde el próximo gobierno de EE.UU. podría tener una política fiscal
expansionista).
Una muestra
de la salida de capitales en China se ve en el gran incremento que ha habido en
la Inversión Extranjera Directa (IED) de China al exterior. El gigante oriental
ahora invierte más afuera de lo que recibe de inversión extranjera en su país.
De enero a noviembre del 2016 China recibió IED por 113,790 millones de
dólares, un aumento de 3.9% respecto al año anterior, pero China en ese mismo
periodo invirtió afuera por un monto de 161,700 millones de dólares, un aumento
de 55.3% respecto al año anterior, y solo en el mes de noviembre esta se
disparó un 76.5% hasta llegar a 15,740 millones de dólares.[9]
El gobierno chino manifiesta su preocupación por esta fuerte salida de
capitales y ha dicho que monitorea la situación para evitar salidas
especulativas.
Tercero, el
ambiente internacional continua inestable y lo sería más con la nueva administración
del Presidente Trump que se inaugura en enero del 2017. Ha dicho que tomara
medidas proteccionistas, especialmente contra China. Esto, más la salida del
Reino Unido de la Unión Europea y el surgimiento de gobiernos populistas
contrarios a la globalización en Europa presenta un panorama complicado para
China que aun depende de las exportaciones, y que cada vez más invierte en el
exterior. Las acciones antidumping contra productos chinos se incrementan, y
esta reacción continuara si la moneda china, como se vio, continúa
devaluándose. Esto sería algo paradójico en un contexto donde en diciembre del
2016 se cumplieron 15 años de que China acceda a la Organización Mundial del
Comercio, y donde se le prometió que después de 15 años de su acceso seria
tratada como una “economía de mercado” (en vez de ser considerada “una economía
donde las reglas del mercado no funcionan”) y donde era fácil poner medidas
antidumping a China pues sus precios domésticos no eran tratados como algo
valedero (por no ser “economía de mercado”).[10]
En este contexto China debería tomar un rol protagónico liderando la globalización
pues evidentemente es el país que más se ha beneficiado de esta.
Cuarto,
China tiene que seguir con sus reformas para hacer su economía más competitiva.
Hay una capacidad de producción excedente en varios sectores, como en el acero,
cemento, carbón, que tiene que ser eliminada, y estos acarreara desafíos como
el poder trasladar a la gente que pierda su empleo en esta área a otras; así
como necesita poner más énfasis en el desarrollo del sector rural, para evitar el
incremento también en la desigualdad en el ingreso. El país necesita también seguir
invirtiendo más en energías limpias (de hecho ya es el mayor inversor en el
mundo en energía solar, eólica, y en autos eléctricos) ante la contaminación
ambiental que se ve a veces en ciudades como Beijing.
*Profesor de
Economía internacional, economía asiática, UNMSM
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