jueves, 30 de marzo de 2017

La política frente a los desastres naturales en Asia


Los recientes desastres naturales que ha afrontado el Perú, con lluvias intensas y huaycos, ha puesto en el tapete la falta de una política para afrontar esos desastres, política que tiene que ver con la prevención (que es casi inexistente) y la respuesta frente a esos desastres (que es lenta y plagada de fallas).
Aquí se verá el caso de dos países, China y Japón, de diferentes niveles de desarrollo pero que tienen políticas para minimizar los daños causados por los desastres naturales y de haberlos, emprender una rápida reconstrucción.
En el caso de China, desde tiempos antiguos sus dinastías imperiales tenían muy en claro que los desastres naturales, que se asociaban a la estabilidad política y la seguridad alimentaria, debían ser prevenidas y de ocurrir estas, inmediatamente tenía que haber una política de alivio de desastres y provisión de alimentos, transferencias, control de precios de esos alimentos, y alivio de los impuestos, junto con la reconstrucción. Especialmente esto se daba pues China ha sufrido mucho por ejemplo con las inundaciones de sus ríos, especialmente del Rio Armarillo, o Huang He en idioma chino. Este rio, el sexto más largo del mundo y el segundo de China después del rio Yangtzé, tiene unos 5,464 kilómetros de extensión, nace en el occidente de China, atraviesa nueve provincias y desemboca en el mar de Bohai, cerca de Beijing la capital.
A lo largo de la historia china el Rio Amarillo, que es la cuna de la civilización china pues en sus riberas florecieron los primeros poblados, ha sido llamado el “Dolor de China”, por las frecuentes inundaciones que ha tenido y los centenas de miles o millones que han muerto por esa causa. Por eso, los gobiernos se han preocupado de encauzar bien los ríos, construyendo diques y represas. Quizás una de las obras más impresionante que ha hecho China en los últimos años ha sido justamente la Represa de las Tres Gargantas, que se hizo en el curso del Rio Yangtzé, y que sirvió para hacer la Hidroeléctrica más grande del mundo. Este rio también se desbordaba con frecuencia, cada diez años se dice, y solo en el siglo XX se estima que murieron 300 mil personas por esa causa.[1]
China sufre muchos desastres naturales, aparte de las inundaciones también hay terremotos y tifones. En la actualidad, en parte quizás gracias al sistema político que tiene, de gobierno de partido único, la respuesta ante un desastre es bastante rápido. China moviliza al gobierno en todos los niveles (central, provincial, local) y a su ejército, el más numeroso del mundo. Asimismo, gracias a la impresionante infraestructura que ha desarrollado en los últimos años (carreteras, aeropuertos, puertos) puede movilizar esa ayuda en forma rápida, y sus empresas tienen una experiencia acumulada en la construcción y reconstrucción de esa infraestructura que pueda resultar dañada en un desastre.
En el caso de Japón, un país desarrollado, los japoneses son conocidos por la previsión y preparación que tienen frente a los desastres naturales. Este es un país que es en cierta forma frágil, sujeto a frecuentes terremotos (y consecuentes tsunamis) y tifones. La respuesta es inmediata y es asombroso como reconstruyen rápidamente lo destruido.
En el caso de Japón habría que señalar que la prevención empieza en la escuela, donde se les enseña cómo afrontar un desastre, como organizarse frente a él. Es un país que frente a un desastre actúa como un solo puño, y donde las autoridades son los primeros en dar ejemplo de desprendimiento, sacrificio y sentido del deber. En el gran desastre que sufrió en marzo del 2011 con el terremoto en el norte del país, acompañado de un tsunami, que causo daños inmensos a pesar de todas las prevenciones que se tomaron (es difícil o imposible prevenir un tsunami con olas de 20 metros de altura, o hasta 40 metros se dice[2], que sobrepasaron los muros hechos en muchos lugares en la costa y que contribuyeron al desastre de las plantas nucleares en Fukushima) se tuvo el caso de que en un pequeño poblado, Minamisanriku, Miki Endo, empleada del municipio, alertaba con altavoces para que la gente huya a la zonas altas, y lo hizo hasta sacrificar su vida, permaneciendo en el 2do piso del edificio, que fue completamente arrasado por el tsunami.
Las lecciones de Asia ante los desastres son prevención, rapidez en la respuesta y reconstrucción, pero sobre todo honestidad y sentido del deber de las autoridades llamadas a implementar políticas de respuesta frente a eso.       



   









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